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Si no tengo alma, ¿soy un desalmado?

  • andrestorocarvalho
  • 18 oct 2023
  • 7 Min. de lectura


Para poder empezar este texto, tuve que recurrir a varias fuentes para tratar de definir lo que significa el concepto de alma. Resulta que la RAE la define como: la parte inmaterial del ser humano.


Para los pensadores griegos, si bien hubo varios periodos y sus conceptos básicos variaron según la corriente, sí hay un acuerdo con que el alma o ánima, palabra latina de la que desciende, es un hálito, viento o soplo, principio vital que se encuentra en todos los seres vivos —incluidos animales y plantas—, que desaparece cuando el cuerpo muere.


En otras culturas y religiones, el concepto de alma también está definido como aquello que posee todo ser humano —y en algunos casos también todo ser vivo e incluso todo lo material inanimado—, que lo hace valioso, por ser algo más que una manifestación de la materia.


Según La Biblia, el alma se usa para definir al ser humano preterrenal, así que somos un alma que encarna para vivir la experiencia humana, y desencarna para volver a Dios. Sin embargo, en el libro Tesalonicenses, el hombre está conformado por tres esencias: el cuerpo, el alma y el espíritu, en dónde el alma, es lo referente a los sentimientos y pensamientos, mientras que el espíritu, es lo que trasciende.


Somos cuerpo, mente y espíritu



De todas maneras el concepto de qué es lo que somos, que nos atañe desde que adquirimos conciencia de nosotros mismos, hoy por hoy ha llegado a un consenso general, que se me antoja que es el mismo de La Biblia en Tesalonicenses, solo que modificado, porque la parte de alma fue cambiada por mente, y entonces ahora somos cuerpo físico; mente que piensa, razona, siente; y espíritu, ese algo que nos hace superiores, que nos da un asidero filosófico para justificar que tenemos que ser algo más, que después de esto, tiene que haber otra cosa y mucho mejor.


Así es, parece que en algún momento eso de alma y espíritu como que sonaban a lo mismo, como que tendían a confundirse y entonces se hizo una modificación en la que espíritu y alma, son sinónimos y cargamos a la palabra mente con la semántica actual.


Los romanos ya tenían esta concepción en su sentir y definición del ser. Creo que todo el mundo conoce aquella famosa frase de la que se apropiaron algunos gimnasios por ahí, que dice: mente sana en cuerpo sano. Pero lo que sí sé que no todo el mundo sabe, es que esta frase está incompleta, pues fue planteada hace poco más de dos mil cien años por el escritor romano Décimo Junio Juvenal en uno de sus poemas satíricos que decía: debemos orar por una mente sana en un cuerpo sano. Aquí, a todas luces, se nota que aquello que denominamos espiritual, estaba ligado al ser.


La espiritualidad


En la creencia popular al concepto del alma se le atribuye esa característica que es solo propia de los seres humanos —ahí, justo ahí fue donde empezaron mis dudas desde niño—: la espiritualidad.


Si bien esta forma de concebir la vida ha cambiado un poco y hoy se le da una categoría superior a los animales y a las plantas, yo recuerdo crecer y ser educado en colegio de monjas al principio, y luego en una institución laica en la que vi la materia Religión hasta graduarme, y eso de la espiritualidad y la posesión de un valor superior ante los ojos de Dios, eran propios y singulares de las personas. Pero «no nos hágamos tarugos», yo por lo menos no conozco a nadie diferente de mí, que crea que un gusano, o una hiena, sean seres espirituales.


¿Pero qué es la espiritualidad? Si nos acogemos a la raíz de la palabra, proviene por supuesto del espíritu, es decir, solo puede llegar a ser espiritual aquel que lo posea. Si nos ceñimos al rigor de la religión, la espiritualidad va ligada al fervor con que se practiquen los preceptos de dicho dogma. Pero, hoy en día tenemos una definición mucho más ecléctica que es capaz de definir como espiritual incluso, a un paisaje, una roca, un cajón de madera con arena y piedritas, es decir, cualquier cosa, pues todo en esencia, proviene del espíritu mayor y le pertenece.


Ser un ser espiritual



Como la espiritualidad no depende pues de la religión que se profese o en la que fuiste criado, se debe reconocer esta entonces, como una parte de tu vida, de tu forma de ser, de tus acciones, pensamientos, de la coherencia entre estos, de la manera en que manifiestas tus sentimientos, en que manejas tus emociones. En este orden de ideas, sos un ser espiritual si sos buena persona. Aceptemos que todos tenemos defectos y cometemos errores, pero, si te reconocés y al menos dos personas más reconocen que sos alguien que vale la pena, entonces podés contar con que sos un ser espiritual.


«No, eso no lo es», dirás o pensarás, tal vez no te parece suficiente, tal vez tu concepto de ser espiritual es el ejercicio de las buenas cualidades, el cultivo del silencio, la intención de ayudar a otros, la mejora constante de vos mismo, la acción hacia el bien, la disposición a hacer el bien. Bueno, tenés razón, claro que sí, sin embargo, no es necesario tenerlas todas para considerarte espiritual, así como el hecho de hacer solo una con fervor, por ejemplo dar un diezmo en un templo, o hacer un voluntariado en navidad para alivianar las cargas de conciencia de todo el año, pero seguís siendo una mierda de persona, un mal vecino, una chucha de conductor en las vías de tu ciudad, no te hace espiritual ¿o sí?


Ser espiritual tal vez, sea ser. En mi opinión, un perro, un gato, un caballo o cualquier animal, insecto, ave, pez, molusco, incluso planta, alga, hongo, musgo, solo por ser, por no tener intenciones de hacer daño, vibra de la manera correcta para que el mundo sea un paraíso. Así que desde que soy niño, como lo declaré antes, creo fervientemente, que todo es igual, que todos somos iguales, y que si eso es así, entonces ellos, es decir, lo que no es humano, también tienen que tener alma.


¿Existe el alma?


Hay una película por ahí que se llama 21 gramos y está inspirada en una teoría de un científico llamado MacDougall, quien en 1907, descubrió que pesando el cuerpo de pacientes terminales en una balanza especial construida por él, justo al momento de morir, dejaban de pesar 21 gramos. La conclusión fue que el alma de los seres humanos, pesa esa cantidad. Al hombre le dio por hacer lo mismo con unos perritos, y resultó que ellos, pesaron igual vivos que muertos.


Ah, la ciencia demostró entonces que existe una «sustancia» llamada alma, que nos abandona cuando morimos, y que solo le pertenece a los humanos. De este hecho científico se agarraron varias corrientes religiosas para decir que era un hecho irrefutable, sin embargo, el mismo doctor MacDougall desestimó su teoría, pues de seis personas que alcanzó a pesar, dos no fueron válidas porque la pesa no estaba calibrada, un cuerpo en vez de bajar de peso subió, y apenas tres dieron este resultado que se hizo famoso. Por lo tanto, no, no puede considerarse como un hecho. Lo extraño es que no se haya vuelto a realizar.


Alma o no alma



Alma, ánima, espíritu, son sinónimos, así que para efectos de llegar a una conclusión —a algún lugar tengo que llegar, y es por esto que escribí esta entrada—, o todos tenemos una, o no la tenemos ninguno. ¿Por qué pensar que somos los únicos, que somos especiales, que somos exclusivos? Ah, claro, esa soberbia propia de nosotros, los simios con pelo en tres o cuatro partes del cuerpo que tienen conciencia de sí mismos, que hasta hace poco se han sentido el centro del universo, no pueden dejar esta, su principal característica, el ego, la necesidad de su supremacía.


En mi concepto, el alma no existe, solo es la mente con otro disfraz, con otro nombre. ¿Por qué lo digo?, porque resulta que, y esto sí está demostrado científicamente, de manera sobrada, hasta con premio Nobel de medicina en el año 1949, se lo dieron al doctor Egaz Moniz, nada más y nada menos, porque el hombre descubrió la forma más efectiva y definitiva para la depresión, los ataques de ansiedad y otras enfermedades mentales afines, introduciendo un punzón por la nariz y raspando el hipotálamo, destruyendo la parte del cerebro encargada de las emociones, y por ende, desaparecían también los sentimientos.


Si recordamos la definición de alma, por allá arriba en los primeros párrafos, el alma es esa parte del ser humano encargada de las emociones y los sentimientos ¿verdad? Tanto los buenos como los malos. Una persona con lobotomía, se curaba de estas enfermedades mentales, porque dejaba de sentir, se convertían en poco más que robots de carne y hueso, indiferentes al bien, al mal, al sufrimiento, al amor, al odio… estaban muertos en vida… eran unos desalmados.


Me contesto la pregunta del título, un desalmado es definido como una persona que hace el mal sin ningún tipo de compasión. Yo he amado con intensidad, amo a mi familia, me hago matar por mi gato y mi perro. Sufro con el dolor ajeno, me incomoda la injusticia, lloro ante la tragedia, me considero un ecologista consumado, me cultivo a mí mismo con el fin de ser mejor, estoy dispuesto a ayudar a otros. Me he portado mal, he hecho daño a otras personas, pero no fue con intensión, y aprendí de esos errores para no volver a cometerlos. Practico la meditación todos los días, hago ejercicio… ¿Soy espiritual? ¿Qué opinás?


Yo no creo en el alma, ya lo dije y lo reitero, pero no por eso soy un desalmado, porque en lo que creo fervientemente es en que la mente, que es producto de la química cerebral, existe y que tiene esa sección especial dedicada a los sentimientos y las emociones, así que sí existe, pero no de la forma en la que los demás la conciben, y su fin, es el mismo del cuerpo, se va cuando el cerebro deja de funcionar. Puede ser que esté equivocado, pero sabés qué, todos tenemos derecho a creer en lo que queramos, y creo que lo más justo es que todos, tengamos la razón y que al final, pase exactamente, lo que cada quien piensa, desea o cree que debe pasar.

 
 
 

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